Tengo en el torso tu nombre impregnado,
he resuelto dejarlo vivir ahí.
Me escandalizan pero me absorben tu risa, tu espalda
y tu antebrazo.
Viene gigante mi prisa, mi clavícula te busca de noche y de día.
Me detienen tu muslo,tu pantorrila y tu empeine,
me entretienen tu cabeza y tu pecho.
Nada aligera más mis pies que pensarte viviendo.
Si merodeas en mi cabeza, aprisiono los labios.
El son de la zozobra
Hace 8 años
2 comentarios:
Igual de bueno que el anterior, aunque diferente, el otro era, al menos así lo sentí, más sensual.
abrazos
Ingmar, el mismo sabor de boca me dejó a mí. Saludos y un abrazo.
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