viernes, 2 de abril de 2021

GeNo


Me despedí en silencio de ti, como de todos los afectos que se me han ido en estos meses. El silencio calma en mí el dolor. La tristeza ha estado en cada reinicio de la computadora, en cada visita a las redes sociales, en todas las lecturas y copas de vino, en cuanta videollamada viene y va a mostrarnos las horas que nunca soñamos vivir. La tristeza está en las palabras y gestos que emitimos en esta pantalla zoomica. No, no volveremos y estarás ahí, sonrisa y locura que se hizo pertinente los sábados de mi existencia. Mi niñez no hubiese sido esa, la que te observaba curiosa. No estará tu alegría prosaica y tu saber vivir intenso, tan fuera de lugar, que te hiciste lugar fuera de lo común. Mujer del siglo XXI nacida en el XX, desafiante, árbol que nunca muere. 







jueves, 18 de junio de 2020

FLORA


               

Hoy te aventuraste como siempre a salir, a vivir más, a encontrar y explorar. Muy voluntariosa, siempre autónoma. Se fue tu blanquísimo cuerpo, tu mirada de luz verde, tu tranquilidad. Se fue el amor que repartías a diario a mis entrañas. Se partió mi entraña. Se partió la vida. Tú, mi compañía la mitad de mi vida. Nada me curará. Nadie entenderá mi pérdida. Tu mirada me hará falta desde hoy, tu silueta con sol, tu cuerpo acostado en mis pies, tu nariz fría y rosa restregándose en mi empeine. Siempre estará aquí la tersura de tu semblante entero. Siempre comprenderé qué es la suavidad gracias a ti.  

viernes, 1 de marzo de 2019





No hay recuerdos

del futuro

ni

del pasado, anhelos.

Seguimos anhelando nuestros recuerdos.

lunes, 22 de enero de 2018

El dormitorio en Arlés






Carta de Vincent van Gogh a su hermano Théo fechada en octubre de 1888.


(...) Esta vez simplemente reproduce mi habitación; solo el color tiene que hacerlo todo, 
dando un estilo grandioso a los objetos con su simplicidad, llegando a sugerir un cierto 
descanso o sueño. Bueno, he pensado que al ver la composición dejamos de pensar e 
imaginar.
Las paredes son de un violeta claro. El suelo es de lamas rojas.
La cama es de madera y las sillas son amarillo mantequilla fresca.

Las sábanas y las almohadas de color verde limón y muy luminoso 
La colcha de color escarlata.
La ventana verde.
La mesita anaranjado;el aguamanil, azul.
Las puertas, lila
Y, eso es todo. No hay nada más en esta habitación con las contraventanas cerradas. La
solidez de los muebles debe expresar un descanso firme.

retratos en la pared, y un espejo, y una toalla, y algunas piezas de ropa.
El marco -no hay color blanco en el cuadro- será blanco
esta es mi venganza por el descanso obligado que tuve que hacer.
No he representado ninguna sombra; sólo he aplicado colores planos, como los de los
grabados japoneses.




El texto al que nos enfrentamos, una carta del mes de octubre de 1888 escrita por Van Gogh a su hermano Théo, es ya en sí misma un ejemplo de las vicisitudes centrales de la biografía de Vincent van Gogh, puesto que dichos textos se tornan documentos elementales para la historia del arte, dado que escuchamos el discurso por voz del propio artista, acerca de sus preocupaciones no meramente pictóricas, plásticas, temáticas y expresivas sino también emocionales, pasionales y psicológicas. En este sentido, la subjetividad del artista se hace palabra escrita y pintura.

En esta carta, Van Gogh denota su apasionamiento por el trabajo pictórico en el que está inmerso en La casa amarilla de Arlés,  aun siendo apenas un proyecto la obra “El dormitorio de Arlés”, las ideas ya están en su cabeza, un mundo interno le hace ruido y se da a la tarea de esbozar sus ideas en el escrito para su hermano. La primera idea clave que aparece en lo que escribe es la de simplificación de las formas acerca de lo que pretende pintar, que es su propio dormitorio, esta idea de simplificación lo une con Gauguin, quien lo visitaba en ese periodo de su vida, así como la importancia del dominio del color para lograr dicha simplificación agrandando las formas. La idea según Van Gogh es que mediante estos recursos se genere una atmósfera de descanso y sueño. Lo que deja ver claramente la obsesión del pintor por vincular los colores con ciertos valores simbólicos que logren una mejor expresividad. Así, se va perfilando la visión de este autor acerca de no reproducir de forma exacta sino de manera arbitraria la realidad. 

Parecería que en la proyección de la obra descrita, Van Gogh otorga a la simplificación y uso del color el valor del descanso mental. Acto seguido, el artista menciona los colores a utilizar, colores muy diversos, complementarios, azul/naranja y rojo/verde, cálidos y fríos,  descritos con calificativos que permiten sentir la viveza de la pintura que aun se presenta como un boceto mental del artista: “cuadros rojos” “amarillo mantequilla fresca”  “verde limón”. Esta descripción remite claramente al periodo que está viviendo Van Gogh en Arlés, donde sus obras presentarán colores muy intensos y brillantes, cargados de simbolismos. Paradójicamente, el color blanco por ejemplo, que proyecta como marco del cuadro es aquí símbolo de inquietud y el único lugar del cuadro que llamaría a la intranquilidad, lo interesante es que el artista piensa en adherirlo en forma de desquite, vinculándolo con un aspecto totalmente personal,  que tiene que ver con su propia enfermedad, que lo ha obligado a reposar. También se alude a la quietud y el reposo mediante la forma de los muebles que agregará y los objetos que se representarán en el cuadro. Los objetos son también símbolos y aluden a ciertos significados, ello en toda la obra de Van Gogh. Así, “Entre las muchas maravillas que constituyen el genio de Van Gogh, una es su misteriosa capacidad para concentrar toda su atención, tanto visual como emocional, sobre cualquier cosa que pintara, animada o inanimada, de forma que un zapato, un girasol, una silla, un libro podían estar dotados de tanto contenido como un ser humano” [1] 

Otro aspecto, en el texto que analizamos, es que Van Gogh insiste, como parte de sus preocupaciones pictóricas, en la total ausencia de sombras y la aplicación plana del color. Todos los elementos mencionados, simplificación, yuxtaposición e intensidad cromática, simbolismo cromático, generan una visión muy irreal de lo real, pero parecen buscar una expresividad intensa y más esencial de las emociones subjetivas del artista. 

Tales descripciones, se tornan un espejo del mundo interior y la complejidad psicológica que vive el autor ante sus crisis nerviosas y sus periodos depresivos y eufóricos constantes. Parecería que en esta obra la búsqueda expresiva mediante recursos técnicos alude claramente a la paz mental que perseguía el autor. 

Van Gogh ha reaccionado como otros postimpresionistas (sobre todo junto a Gauguin y Lautrec), al aspecto naturalista y superficial del grupo impresionista, lo que es muy claro en su preocupación por el color y su expresividad en sí mismo, aspecto que se tornará fundamental para la pintura del siglo XX. El color es un lugar central de valoración intrínseca. Para Van Gogh la pincelada hábil impresionista naturalista no sirve para reflejar el mundo emotivo subjetivo ni el desgarramiento interno. El color simboliza emociones, la pincelada también, de ahí la factura de una pincelada empastada, agitada y muy nerviosa en algunos cuadros del artista. Los aspectos mencionados respecto al color y su expresividad como los tipos de pincelada, (que sea notoria la pincelada, el proceso, la hechura del cuadro) serán claramente una influencia en los orígenes del fauvismo y el expresionismo del siglo XX. 

Hacia el final de la carta, se retoma el tema de la simplicidad, como uno de los conceptos centrales en los que se sitúa Van Gogh, realizando mediante este concepto una crítica al grupo impresionista y postimpresionista, recordando los aprendizajes que emanaron de su relación con Pissarro y Gauguin e insiste en que habrá que sintetizar las formas y planificar el color, no realizar claroscuros al modo tradicional y por incidencia de la luz en los lugares como lo hicieran los impresionistas ni acudir al puntillismo ni a las manchas no homogéneas. El trazo es visible, intenso y marcado pero el color debe ser plano.

Aunque la descripción del proyecto que tiene Van Gogh en su imaginación acerca de la obra “El dormitorio de Arlés” es muy explicativa y clarificadora de las preocupaciones artísticas del autor, parecería que tales descripciones de las formas, colores, trazos, etc., no remitirían a la sensación de descanso y paz mental, dada la cantidad de elementos, la exageración de formas, la cantidad de colores a utilizar, su intensidad y yuxtaposición[2], además de la cantidad de objetos descritos como parte del cuadro. El enfrentamiento a la obra “El dormitorio de Arlés” ya realizada con posterioridad a la carta que hemos comentado, nos confronta con una habitación muy irreal, con colorido intenso, con una perspectiva distorsionada, aspectos que al contrario de una paz mental producen un desencuentro, una tensión visual y cierto desequilibrio mental. Todos estos aspectos, serán punto de inflexión para el origen de corrientes como el fauvismo, en el que podemos encontrar un cuerpo color azul o una cara color verde intenso y en el expresionismo donde el color y la forma irrumpen mediante emocionalidades intensas y desbordadas.




[1] Rosenblum, Robert y Janson H.W., El Arte del Siglo XIX, trad. De Beatriz Dorao Martínez y Pedro López Barja de Quiroga, Akal, Madris, 1992, p. 506.

[2] Aquí otro elemento central para la pintura posterior:  El suelo de baldosas en rojo cálido es mantenido en equilibrio espacial por el de las líneas recesivas en azul frío, mientras el resto del cuadro se ha construido a base de equilibrio de complementarios […] Unos cuantos elementos grandes en un lado del cuadro (la puerta y la cama a la derecha) se equilibran con varios pequeños en el otro lado (la ventana, la mesa de aseo, el espejo, las sillas de junco), lo cual anticipa las composiciones abstractas de Piet Mondrian que compartía con Van Gogh la opinión de que la cualidad afectiva del color la determina en parte su proximidad a otros colores y en parte su cantidad  Eisenman Stephen, Crow, Luckacher, Nochlin, Pohl, Historia Crítica del Arte del siglo XIX, Arte y Estética, Akal, Madrid, España, 2001. P. 316. 

domingo, 22 de enero de 2017

KaReniN



"La Felicidad es el deseo de repetir"
La insoportable levedad del ser.  Milan Kundera


Correr siempre del mismo lugar al mismo lugar.
Comer en mismo horario y rincón y extrañarse del vacío...
de comida, piernas, cama o casa.
Siempre cambiaba de casa.
Sus ojos siempre buscaron el sol, el sol y el aire,
aunque la ventana diera al muro más gris,
él disfrutaba del aire pegando en su nariz.
Sus bigotes temblaban frente al aire.
Yo sabía que era feliz.
Una ventana era la mirada al paraíso del ruido.
Una ventana era también el lugar perfecto para acicalarse.
Últimamente, gustaba de la visita inesperada,
acogía con su ronroneo a pantorrillas y caricias.
La pulcritud de su estampa, como su bella y aguda cara, fueron siempre admiradas.
Su robustez siempre generó interrogantes a la dueña.
Ella sonreía con su cómplice y respondía cualquier cosa. Nos daba igual.




domingo, 15 de mayo de 2016

TiEmPo



Soy agua, manantial, río, mar
movimiento perpetuo es el mío
desconozco la voz de la calma

Doy preguntas
a quien busca en mí su reflejo
hago el silencio, el barullo y estruendo

Mi sinónimo es el tiempo



martes, 12 de enero de 2016

“La gran odalisca” Dominique Ingres, 1814





Por Verónica Alvarado

“La gran odalisca” Dominique Ingres, 1814

Si bien Ingres manifestó abiertamente su postura clasicista y su desdén absoluto por el romanticismo, acusándolo de demasiado sensual, sus obras no parecen reflejar dicha postura, dado que, sobre todo al final de su obra, aborda temas no clasicistas e incluso exóticos y se salta las reglas formales del Neoclasicismo.

Aunque el autor siempre respeta las líneas del dibujo (se interesó por la obra de los renacentistas y muestra una clara influencia de Rafael) deforma intencionalmente sus figuras y las estiliza arbitrariamente, además intensifica los colores. Así, se podría postular a Ingres como un pintor que transita claramente entre el Neoclasicismo y el romanticismo, como lo  mencionaron Theópile Gautier y Charles Baudelaire. 

“La Gran Odalisca” óleo de 1814, es una obra realizada en Italia, encargada por la Reina de Nápoles, Carolina, hermana de Napoleón, pero nunca le es entregada porque es derrocada antes de recibirla.  En esta obra el autor nos remite a un tema oriental. Se muestra a una mujer recargada en su antebrazo izquierdo, de espaldas, pero volteando la mitad del rostro hacia el espectador, su cuerpo descansa sobre un colchón cubierto de telas con pliegues muy marcados, azules, blancas  y ocres. Una serie de accesorios exóticos la acompañan, donde se centran los detalles, una joya o broche aperlado, un abanico de plumas que cae de su muñeca derecha, un turbante de tela ornamentada y una pipa que se recarga en un mueble a sus pies. Del lado izquierdo aparece una almohada azul y del lado derecho, al fondo, una cortina con muchos pliegues color azul intenso con figuras detalladas. El entorno del personaje es elegante y lujoso. 

El cuerpo femenino se torna inverosímil dado el efecto de alargamiento del torso, Ingres genera una desproporción anatómica intencionada  La pierna izquierda cruzada y que posa su talón sobre la pantorrilla derecha también aparece como una postura imposible. El cuerpo parece una escultura compacta. La línea del dibujo en todo el cuadro es perfecta, nunca se diluye y el color es uniforme. No parece haber gesticulación alguna en el rostro y sin embargo toda la imagen genera una expresión incitante de sensualidad Parecería una imagen contenida de artificios cuya rigidez y fantasía convencen al espectador  provocando el salto de lo artificial a lo emocional. 

“La gran odalisca”, se torna así una obra que, con muchos de sus elementos constitutivos, desafía la escuela académica y detona claras características del movimiento romántico.