lunes, 22 de enero de 2018

El dormitorio en Arlés






Carta de Vincent van Gogh a su hermano Théo fechada en octubre de 1888.


(...) Esta vez simplemente reproduce mi habitación; solo el color tiene que hacerlo todo, 
dando un estilo grandioso a los objetos con su simplicidad, llegando a sugerir un cierto 
descanso o sueño. Bueno, he pensado que al ver la composición dejamos de pensar e 
imaginar.
Las paredes son de un violeta claro. El suelo es de lamas rojas.
La cama es de madera y las sillas son amarillo mantequilla fresca.

Las sábanas y las almohadas de color verde limón y muy luminoso 
La colcha de color escarlata.
La ventana verde.
La mesita anaranjado;el aguamanil, azul.
Las puertas, lila
Y, eso es todo. No hay nada más en esta habitación con las contraventanas cerradas. La
solidez de los muebles debe expresar un descanso firme.

retratos en la pared, y un espejo, y una toalla, y algunas piezas de ropa.
El marco -no hay color blanco en el cuadro- será blanco
esta es mi venganza por el descanso obligado que tuve que hacer.
No he representado ninguna sombra; sólo he aplicado colores planos, como los de los
grabados japoneses.




El texto al que nos enfrentamos, una carta del mes de octubre de 1888 escrita por Van Gogh a su hermano Théo, es ya en sí misma un ejemplo de las vicisitudes centrales de la biografía de Vincent van Gogh, puesto que dichos textos se tornan documentos elementales para la historia del arte, dado que escuchamos el discurso por voz del propio artista, acerca de sus preocupaciones no meramente pictóricas, plásticas, temáticas y expresivas sino también emocionales, pasionales y psicológicas. En este sentido, la subjetividad del artista se hace palabra escrita y pintura.

En esta carta, Van Gogh denota su apasionamiento por el trabajo pictórico en el que está inmerso en La casa amarilla de Arlés,  aun siendo apenas un proyecto la obra “El dormitorio de Arlés”, las ideas ya están en su cabeza, un mundo interno le hace ruido y se da a la tarea de esbozar sus ideas en el escrito para su hermano. La primera idea clave que aparece en lo que escribe es la de simplificación de las formas acerca de lo que pretende pintar, que es su propio dormitorio, esta idea de simplificación lo une con Gauguin, quien lo visitaba en ese periodo de su vida, así como la importancia del dominio del color para lograr dicha simplificación agrandando las formas. La idea según Van Gogh es que mediante estos recursos se genere una atmósfera de descanso y sueño. Lo que deja ver claramente la obsesión del pintor por vincular los colores con ciertos valores simbólicos que logren una mejor expresividad. Así, se va perfilando la visión de este autor acerca de no reproducir de forma exacta sino de manera arbitraria la realidad. 

Parecería que en la proyección de la obra descrita, Van Gogh otorga a la simplificación y uso del color el valor del descanso mental. Acto seguido, el artista menciona los colores a utilizar, colores muy diversos, complementarios, azul/naranja y rojo/verde, cálidos y fríos,  descritos con calificativos que permiten sentir la viveza de la pintura que aun se presenta como un boceto mental del artista: “cuadros rojos” “amarillo mantequilla fresca”  “verde limón”. Esta descripción remite claramente al periodo que está viviendo Van Gogh en Arlés, donde sus obras presentarán colores muy intensos y brillantes, cargados de simbolismos. Paradójicamente, el color blanco por ejemplo, que proyecta como marco del cuadro es aquí símbolo de inquietud y el único lugar del cuadro que llamaría a la intranquilidad, lo interesante es que el artista piensa en adherirlo en forma de desquite, vinculándolo con un aspecto totalmente personal,  que tiene que ver con su propia enfermedad, que lo ha obligado a reposar. También se alude a la quietud y el reposo mediante la forma de los muebles que agregará y los objetos que se representarán en el cuadro. Los objetos son también símbolos y aluden a ciertos significados, ello en toda la obra de Van Gogh. Así, “Entre las muchas maravillas que constituyen el genio de Van Gogh, una es su misteriosa capacidad para concentrar toda su atención, tanto visual como emocional, sobre cualquier cosa que pintara, animada o inanimada, de forma que un zapato, un girasol, una silla, un libro podían estar dotados de tanto contenido como un ser humano” [1] 

Otro aspecto, en el texto que analizamos, es que Van Gogh insiste, como parte de sus preocupaciones pictóricas, en la total ausencia de sombras y la aplicación plana del color. Todos los elementos mencionados, simplificación, yuxtaposición e intensidad cromática, simbolismo cromático, generan una visión muy irreal de lo real, pero parecen buscar una expresividad intensa y más esencial de las emociones subjetivas del artista. 

Tales descripciones, se tornan un espejo del mundo interior y la complejidad psicológica que vive el autor ante sus crisis nerviosas y sus periodos depresivos y eufóricos constantes. Parecería que en esta obra la búsqueda expresiva mediante recursos técnicos alude claramente a la paz mental que perseguía el autor. 

Van Gogh ha reaccionado como otros postimpresionistas (sobre todo junto a Gauguin y Lautrec), al aspecto naturalista y superficial del grupo impresionista, lo que es muy claro en su preocupación por el color y su expresividad en sí mismo, aspecto que se tornará fundamental para la pintura del siglo XX. El color es un lugar central de valoración intrínseca. Para Van Gogh la pincelada hábil impresionista naturalista no sirve para reflejar el mundo emotivo subjetivo ni el desgarramiento interno. El color simboliza emociones, la pincelada también, de ahí la factura de una pincelada empastada, agitada y muy nerviosa en algunos cuadros del artista. Los aspectos mencionados respecto al color y su expresividad como los tipos de pincelada, (que sea notoria la pincelada, el proceso, la hechura del cuadro) serán claramente una influencia en los orígenes del fauvismo y el expresionismo del siglo XX. 

Hacia el final de la carta, se retoma el tema de la simplicidad, como uno de los conceptos centrales en los que se sitúa Van Gogh, realizando mediante este concepto una crítica al grupo impresionista y postimpresionista, recordando los aprendizajes que emanaron de su relación con Pissarro y Gauguin e insiste en que habrá que sintetizar las formas y planificar el color, no realizar claroscuros al modo tradicional y por incidencia de la luz en los lugares como lo hicieran los impresionistas ni acudir al puntillismo ni a las manchas no homogéneas. El trazo es visible, intenso y marcado pero el color debe ser plano.

Aunque la descripción del proyecto que tiene Van Gogh en su imaginación acerca de la obra “El dormitorio de Arlés” es muy explicativa y clarificadora de las preocupaciones artísticas del autor, parecería que tales descripciones de las formas, colores, trazos, etc., no remitirían a la sensación de descanso y paz mental, dada la cantidad de elementos, la exageración de formas, la cantidad de colores a utilizar, su intensidad y yuxtaposición[2], además de la cantidad de objetos descritos como parte del cuadro. El enfrentamiento a la obra “El dormitorio de Arlés” ya realizada con posterioridad a la carta que hemos comentado, nos confronta con una habitación muy irreal, con colorido intenso, con una perspectiva distorsionada, aspectos que al contrario de una paz mental producen un desencuentro, una tensión visual y cierto desequilibrio mental. Todos estos aspectos, serán punto de inflexión para el origen de corrientes como el fauvismo, en el que podemos encontrar un cuerpo color azul o una cara color verde intenso y en el expresionismo donde el color y la forma irrumpen mediante emocionalidades intensas y desbordadas.




[1] Rosenblum, Robert y Janson H.W., El Arte del Siglo XIX, trad. De Beatriz Dorao Martínez y Pedro López Barja de Quiroga, Akal, Madris, 1992, p. 506.

[2] Aquí otro elemento central para la pintura posterior:  El suelo de baldosas en rojo cálido es mantenido en equilibrio espacial por el de las líneas recesivas en azul frío, mientras el resto del cuadro se ha construido a base de equilibrio de complementarios […] Unos cuantos elementos grandes en un lado del cuadro (la puerta y la cama a la derecha) se equilibran con varios pequeños en el otro lado (la ventana, la mesa de aseo, el espejo, las sillas de junco), lo cual anticipa las composiciones abstractas de Piet Mondrian que compartía con Van Gogh la opinión de que la cualidad afectiva del color la determina en parte su proximidad a otros colores y en parte su cantidad  Eisenman Stephen, Crow, Luckacher, Nochlin, Pohl, Historia Crítica del Arte del siglo XIX, Arte y Estética, Akal, Madrid, España, 2001. P. 316. 

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