Desde hace varios años se ha ido generando en mi haber diario y cotidiano un constructo variado, modificable y transformable en torno a qué es la educación. Sin duda un proceso largo, irregular y equívoco. Los prejuicios no se han echado de menos, la formación recibida previamente, tampoco. Han prevalecido en mí, formas preestablecidas de pensar la educación que se han vuelto muros infranqueables, que luego, con más calma, y a través de atinos y desatinos se han logrado deconstruir.
Si bien mi proceso de comprender la educación sigue y seguirá, hubo desalojos importantes en la forma de pensarla. Desalojo, por ejemplo, de conceptos tradicionales tales como pensar la educación como mera institución. Pensar la educación desde la institución limita espacios, horarios, acciones, etc. Limita el desarrollo mismo del pensamiento. El espacio educativo puede ser tan abierto que no depende únicamente de horarios, lugares establecidos, diplomas, constancias o títulos. Cuando se aborda intencionada y lealmente la nave de la enseñanza-aprendizaje, el espacio es ontológico, se abordan formas de ser, de pensar y hacer. Un espacio ontológico-educativo permite la reflexión y acción sobre modos de ser y hacer del ser humano que luego se manifestarán por la vía de las acciones cotidianas. El espacio educativo se genera según sea el caso, la necesidad, la circunstancia. Hay infinidad de espacios educativos sin etiqueta institucional. Hay infinidad de aprendizajes de los que no derivan títulos ni menciones honoríficas.
Aquella interacción entre estudiantes, y, entre estudiantes y profesores, y, entre estudiantes y hechos sociales de la cotidianidad, y, entre estudiantes y la vida en general, produce espacios de educación no reconocidos como tales. La educación se da en espacios institucionales pero no solamente, se da en ámbitos familiares, escolares, de relaciones personales, de acciones políticas, espacios virtuales, etc.
La mentalidad colonizada sobre la educación, rige en la mayoría de las instituciones educativas de nuestro país; instituciones que acotan, delimitan y por lo tanto permean el desarrollo del conocimiento con tintes muy exclusivos. Instituciones que jerarquizan no sólo el conocimiento sino al profesorado y estudiantado. Visión claramente vertical que se da en los contextos educativos. Algunas instituciones han hecho por cambiar este tipo de paradigmas, logrando resultados innovadores, que han dado cuenta de que la educación puede ir más allá de los paradigmas establecidos.
Delimitar quién sí y quién no genera educación por medio de espacios materiales, nos muestra cómo se está entendiendo el concepto de lo educativo, visión, a mi parecer, reduccionista y muy específica del mismo.