lunes, 28 de marzo de 2011

reVelaciOneS

Descubrí que el mar tiene muchos nombres, el de la revelación y el encuentro, el de la quirurgia de un sueño, el del asombro, el del traspies cuestionador y el nuestro. Siempre ha tenido el nuestro, en cada movimiento, en cada quietud. Desde entonces me levanto de la almohoada de ensoñaciones rotas para vigilar al tiempo.

Me quedo ahí para derrumbarme en el manifiesto maravilloso donde nacimos. Estoy de pie para no abandonar la vigilia del mar ni de esta piedra tan púrpura que nos define.

El mundo no podía ser sólo lo que era, su mutismo era la sombra de lo real, su silencio era su ocultación, rendía devoción a un secreto que ahora es nuestro.

Antes, pensé en perder el sentido de mi búsqueda y cuando vi caer la última hoja seca de la tercera estación me mostraste que eres el trayecto del sol que alguna vez perseguí, que eres los varios caminos que construí, heurística y callada, apareciste como los besos que di al aire, como el llanto que enseñé a las flores, como la mirada que dejé enterrada en el pecho de la vida. Eres la interrogación y la sonrisa perdida. Ya no duelo. Soy camino y nacimiento. Nosotros siempre fuimos nosotros, pero después de la revelación, la vida esta tan cerca...

2 comentarios:

Gilberto Antonio Z-A dijo...

El mar como insomnio de la tierra... La poesía (¿o la filosofía?) como vigilia de la vida, "manifiesto maravilloso"... Me siguen gustando tus textos, la primera parte de éste me ha resultado, quizá, "revelador". Saludos

Lunaica dijo...

Sí, ¿qué haríamos sin las revelaciones del insomnio? Gracias, te mando un abrazo. Saludos.