Me quedo ahí para derrumbarme en el manifiesto maravilloso donde nacimos. Estoy de pie para no abandonar la vigilia del mar ni de esta piedra tan púrpura que nos define.
El mundo no podía ser sólo lo que era, su mutismo era la sombra de lo real, su silencio era su ocultación, rendía devoción a un secreto que ahora es nuestro.
Antes, pensé en perder el sentido de mi búsqueda y cuando vi caer la última hoja seca de la tercera estación me mostraste que eres el trayecto del sol que alguna vez perseguí, que eres los varios caminos que construí, heurística y callada, apareciste como los besos que di al aire, como el llanto que enseñé a las flores, como la mirada que dejé enterrada en el pecho de la vida. Eres la interrogación y la sonrisa perdida. Ya no duelo. Soy camino y nacimiento. Nosotros siempre fuimos nosotros, pero después de la revelación, la vida esta tan cerca...