Por Verónica Alvarado
“La gran odalisca” Dominique Ingres, 1814
Si bien Ingres manifestó abiertamente su postura clasicista y su desdén
absoluto por el romanticismo, acusándolo de demasiado sensual, sus obras no
parecen reflejar dicha postura, dado que, sobre todo al final de su obra,
aborda temas no clasicistas e incluso exóticos y se salta las reglas formales
del Neoclasicismo.
Aunque el autor siempre respeta las líneas del dibujo (se interesó por
la obra de los renacentistas y muestra una clara influencia de Rafael) deforma
intencionalmente sus figuras y las estiliza arbitrariamente, además intensifica
los colores. Así, se podría postular a Ingres como un pintor que transita
claramente entre el Neoclasicismo y el romanticismo, como lo mencionaron Theópile Gautier y Charles
Baudelaire.
“La Gran Odalisca” óleo de 1814, es una obra realizada en Italia,
encargada por la Reina de Nápoles, Carolina, hermana de Napoleón, pero nunca le es entregada porque es
derrocada antes de recibirla. En esta
obra el autor nos remite a un tema oriental. Se muestra a una mujer recargada
en su antebrazo izquierdo, de espaldas, pero volteando la mitad del rostro
hacia el espectador, su cuerpo descansa sobre un colchón cubierto de telas con
pliegues muy marcados, azules, blancas y
ocres. Una serie de accesorios exóticos la acompañan, donde se centran los
detalles, una joya o broche aperlado, un abanico de plumas que cae de su muñeca
derecha, un turbante de tela ornamentada y una pipa que se recarga en un mueble
a sus pies. Del lado izquierdo aparece una almohada azul y del lado derecho, al
fondo, una cortina con muchos pliegues color azul intenso con figuras
detalladas. El entorno del personaje es elegante y lujoso.
El cuerpo femenino se torna inverosímil dado el efecto de alargamiento
del torso, Ingres genera una desproporción anatómica intencionada La pierna
izquierda cruzada y que posa su talón sobre la pantorrilla derecha también
aparece como una postura imposible. El cuerpo parece una escultura compacta. La
línea del dibujo en todo el cuadro es perfecta, nunca se diluye y el color es
uniforme. No parece haber gesticulación alguna en el rostro y sin embargo toda
la imagen genera una expresión incitante de sensualidad Parecería una imagen
contenida de artificios cuya rigidez y fantasía convencen al espectador provocando el salto de lo artificial a lo
emocional.
“La gran odalisca”, se torna así una obra que, con muchos de sus
elementos constitutivos, desafía la escuela académica y detona claras
características del movimiento romántico.