En realidad sólo había dos personas en el mundo
a las que amaba ardientemente, una, su máximo adulador en turno,
y la otra, él mismo.
J. C. Lichtenberg
Escher, "Manos dibujando" (litografía, 1948.)
De egoísmos tenemos un abanico: los hay psicológicos, morales, racionales, etc, incluso se habla de un egoísmo biológico, esto nos clarifica que el tema es amplio y muy debatible. ¿Acaso el egoísmo puede interpretarse como una falla moral? ¿o en qué sentido podemos decir que ser egoísta es malo o bueno, es decir, podríamos hacer una evaluación moral del egoísmo? ¿descubrimos el egoísmo en las acciones ajenas sólo cuando nos afecta en aspectos importantes de nuestra propia subjetividad? ¿Es el egoísmo un antivalor? A lo largo de la historia de las ideas éticas mucho se ha dicho sobre este asunto. Para Aristóteles el egoísmo no se trataba de amor propio sino de una pasión desordenada por uno mismo, por otro lado, también se ha mencionado, sistemáticamente por varios autores, que todos los seres humanos somos egoístas en mayor o menor medida (egoísmo psicológico), postura reconocible en Thomas Hobbes "el ser humano es egoísta por naturaleza". Para Adam Smith el egoísmo significaba un bien práctico, donde el bien de uno se convertía en el bien de todos, lo que para muchos es una interpretación falaz acerca del concepto. Para Schopenhauer, el único acto moral se traduce en la compasión, la capacidad de sentir "como" otro, el egoísmo es justo la ausencia de compasión. Sabemos de lo abundante del tema, esta reflexión nunca pretendería ser conclusiva, sólo alusiva.
Vivir el egoísmo de frente y de persona a persona, en un ámbito cotidiano supone que los intereses del ser egoísta siempre estarán primero. El ser egoísta posee la incapacidad de consideración hacia lo otro, no hay perspectiva que se amplíe si no es en función de un beneficio propio. Es decir, el ser egoísta siempre defenderá la máxima de su bien propio, a pesar de que no siempre logre obtener buenos resultados. Las necesidades de "los otros" se reducen a la nada, no existe el sufrimiento ajeno, no hay afecciones externas. Dicha ceguera hacia el prójimo podría traducirse en insensibilidad y/o en violencia.
No involucrarse con "todo" parecería sano dada la necesaria capacidad de desarrollar amor por lo propio, de forma moderada, pero no ver al otro, o, no identificarlo, implica no lograr nunca ponerse en lugar de alguien más. Parecería que cuando el ser egoísta alcanza a identificar al "otro" suele verlo como un "otro" que significa conflicto, por lo que presurosamente le evadirá. El "otro" significa estrés, problema, confusión. ¿No será que la fuerza que caracteriza al ser egoísta está en sus motivaciones y sus deseos, es decir, en todo aquello que tenga que ver consigo mismo?. Así, sólo si el "otro" sirve como un medio para alcanzar dichos deseos entrará en el juego, juego que se tornará autoritario, frío y calculado hacia los fines o provechos a obtener del mismo.
Aristóteles relaciona al egoísmo con una pasión desmedida, fuera del control racional. Dicha pasión desmedida se vincula con la incapacidad de mirar a "otros", la falta de medición se centra en ser incapaz de darte a ti mismo lo que es "mejor" para ti y aprender a vivir con los demás, esta es, dice Aristóteles, la mejor manera de ejercer la virtud, mediante el justo medio en la acción.
Cuando coloquialmente decimos que "todo el mundo gira alrededor de alguien" queremos decir de "ese alguien" que es egoísta, narciscista, que posee un mundo cerrado y aislado de todo lo demás pero que, a la vez, gira en torno a él. De aquí, la notoria contradiccción de Narciso: soy yo lo más importante, pero necesito un mundo (espejo) que me refleje, pues sin el mundo no habría lugar para ejercer la comparación con lo "otro".
El tema no se agota, el egoísmo forma parte de esa larga lista de aspectos que podríamos seguir reflexionando para desentrañar algo más acerca de nuestra condición humana. ¿Qué pensar, qué descifrar, qué sentir cuándo te atraviesa la flecha del egoísmo?