Porque te sientes aquí, cuando se abre mi párpado decolorado,
o cuando resbalas en un movimiento de mi rodilla
para aterrizar ardiendo en mi tobillo.
Tampoco te exime mi empeine, que ya bien sabe, aunque turbado, esperarte.
Qué hace mi ilíaco más que querer salir para encontrarte
y poder aspirar aparecer debajo de la piel, duro, blancuzco.
Mis muslos se vuelven agua con el agua,
para caer ya líquidos en ti.
Mi cuello ha pactado con mi pecho erguirse para mirarte
y para mirar el deleite del agua caer sobre mí.