Se me ha vuelto una necesidad recobrar mi postura, contornear con mis dedos el ala que surge de mi tobillo, para seguir andando. Es mi sobriedad a la que espero, es la misma que intentará reconstruir mis ojos mirando al mundo. Debo aprender de nuevo a sentir la textura del suelo que mis pies han tocado desde siempre. Nunca me detuve. Es el momento. Tengo que pensar, y si el mundo quiere juzgar mi mente pensativa no importa. No me detrendré ante esta tesitura que se revela a la mente y al tacto. Que me juzguen y pregunten.