René Magritte: La traición de las imágenes (esto no es una pipa), 1228/29.
La traihison des images, (Ceci n’est pas une pipe)
Cuando se realiza una figura en la pintura, ésta no es mera copia del objeto real, sino que en su representación ya está implícito todo un proceso de construcción de dicho objeto, aún en la pintura de mayor realismo.
Adolfo Sánchez Vázquez, hace algunas referencias a la poesía como lenguaje, que alumbran el campo de la pintura como lenguaje, nos dice que la palabra es a la poesía lo que la figura es a la pintura. Palabra y figura son unidades de significado que se articulan mediante signos carentes de significado en sí mismos (letras en la palabra; línea, color, sombra, etc., en la figura) pero que en unión logran un significado. Así, la palabra y la figura tienen ya un significado. En la poesía se parte de un lenguaje ordinario que es un conjunto de signos no ordenados arbitrariamente sino organizados para constituir un sistema de comunicación, de transmisión. La articulación del lenguaje ordinario se rige por ciertas reglas, que fijan la posibilidad o imposibilidad de combinar los signos, es decir, hay un régimen gramatical. El poeta se basa en este lenguaje, no crea la lengua sino que hace un uso creador de ella. Para Adolfo Sánchez Vázquez, el lenguaje poético, es el uso poético del lenguaje ordinario. El poeta trabaja sobre lo dado y partiendo de ahí su creación estriba en el modo en que hace combinaciones con el lenguaje, así la “poeticidad” no está en las reglas de combinación, ni en los géneros ni en las formas como por ejemplo el soneto, que es una forma preexistente a los poetas, la “poeticidad” está en cierto uso creador que se da al lenguaje ordinario. Pondré como ejemplo el fragmento de un poema de Antonio Machado:
Tal vez la mano, en sueños,
del sembrador de estrellas,
hizo sonar la música olvidada
como una nota de la lira inmensa,
y la ola humilde a nuestros labios vino
de una pocas palabras verdaderas [1]
En este fragmento, vemos las reglas del lenguaje ordinario en acción, hay a la vista, por ejemplo, preposiciones, conjunciones y artículos, que como vemos, están bien aplicados, el lenguaje cumple aquí sus reglas, por ejemplo, la palabra ‘sueños’ no cambia de significado aunque estuviera en otro idioma, y la preposición ‘en’ que le precede está igualmente, bien manejada por el poeta. Lo que intentamos puntualizar es que el uso creador poético viene a ajustarse a las reglas ya existentes y se puede transmitir información, pero cuando un lector se encuentra con un poema encuentra más de lo que esperaría del lenguaje cotidiano, lo inesperado se presenta. Al decir, ‘sembrador de estrellas’, la combinación especial, el uso estético que hace el poeta de esas palabras del lenguaje cotidiano, nos atrae por su valor estético, la palabra se transforma del uso ordinario, al poético. En pintura diríamos, que la figura ordinaria se transfigura.
La poesía y la pintura instauran nuevas significaciones mediante las unidades significativas dadas (palabras y figuras), sirviéndose de ellas , pero sobrepasando el significado primigenio con el que se encuentran en la realidad. Es cierto que tampoco se destruye del todo este significado “objetivo” pero sí se transforma al hacer de él un “uso creador”.
Cuando operamos el lenguaje, no sólo partimos de un conjunto de signos, sino que lo organizamos y articulamos de maneras específicas para poderlo manipular. El lenguaje poético parte de este lenguaje ordinario. Pues de él toma las unidades de significado mínimas que son las palabras y los modos de combinarlas.
En el ámbito pictórico, más específicamente en el campo de lo figurativo, no se parte, como en la poesía, de un lenguaje que ya existe, pero sí se parte de las figuras reales, de lo que conocemos todos. Esto no implica que pintar figurativamente no sea una transformación de lo percibido ordinariamente. Hasta el pintor más realista hace de lo real una creación distinta, le imprime su propia forma de ver y percibir la realidad. Esto nos lo puede hacer ver más claramente Magritte en su cuadro La traición de las imagenes, como uno de tantos aspectos que evocan este cuadro. Magritte representa la figura de una pipa y debajo de ella, el texto “esto no es una pipa” palabras que retan al entendimiento del espectador, que en el acto, relaciona imagen y palabras. Magritte nos muestra así, la diferencia entre lo real y lo creado. Efectivamente “eso” ese cuadro representando una pipa, no es una pipa, se trata de un objeto representado, una pipa representada. Pero este modo de representar de Magritte nos muestra lo que éste pintor está percibiendo del mundo, el modo como piensa sobre lo real y nos lo representa, nos manda cierto mensaje en la forma en que articula su lenguaje pictórico .
Parecería que Magritte, en el tipo de representaciones como La traición de las imágenes , La clave de los sueños o El uso del idioma, explicita claramente la cuestión que el Dr. Sánchez Vázquez trata como uno de los temas centrales en su ensayo sobre “El arte como lenguaje”: la cuestión acerca de que la pintura figurativa parte de las figuras reales retomándolas pero a la vez convirtiéndolas, dotándolas de un nuevo significado. Magritte enfatiza, precisamente como tema de sus cuadros esta relación hombre-mundo-lenguaje, hombre-mundo-creación.
[1] Poesía y Prosa, “Galerías”, LXXXVIII, p. 138.
Adolfo Sánchez Vázquez, hace algunas referencias a la poesía como lenguaje, que alumbran el campo de la pintura como lenguaje, nos dice que la palabra es a la poesía lo que la figura es a la pintura. Palabra y figura son unidades de significado que se articulan mediante signos carentes de significado en sí mismos (letras en la palabra; línea, color, sombra, etc., en la figura) pero que en unión logran un significado. Así, la palabra y la figura tienen ya un significado. En la poesía se parte de un lenguaje ordinario que es un conjunto de signos no ordenados arbitrariamente sino organizados para constituir un sistema de comunicación, de transmisión. La articulación del lenguaje ordinario se rige por ciertas reglas, que fijan la posibilidad o imposibilidad de combinar los signos, es decir, hay un régimen gramatical. El poeta se basa en este lenguaje, no crea la lengua sino que hace un uso creador de ella. Para Adolfo Sánchez Vázquez, el lenguaje poético, es el uso poético del lenguaje ordinario. El poeta trabaja sobre lo dado y partiendo de ahí su creación estriba en el modo en que hace combinaciones con el lenguaje, así la “poeticidad” no está en las reglas de combinación, ni en los géneros ni en las formas como por ejemplo el soneto, que es una forma preexistente a los poetas, la “poeticidad” está en cierto uso creador que se da al lenguaje ordinario. Pondré como ejemplo el fragmento de un poema de Antonio Machado:
Tal vez la mano, en sueños,
del sembrador de estrellas,
hizo sonar la música olvidada
como una nota de la lira inmensa,
y la ola humilde a nuestros labios vino
de una pocas palabras verdaderas [1]
En este fragmento, vemos las reglas del lenguaje ordinario en acción, hay a la vista, por ejemplo, preposiciones, conjunciones y artículos, que como vemos, están bien aplicados, el lenguaje cumple aquí sus reglas, por ejemplo, la palabra ‘sueños’ no cambia de significado aunque estuviera en otro idioma, y la preposición ‘en’ que le precede está igualmente, bien manejada por el poeta. Lo que intentamos puntualizar es que el uso creador poético viene a ajustarse a las reglas ya existentes y se puede transmitir información, pero cuando un lector se encuentra con un poema encuentra más de lo que esperaría del lenguaje cotidiano, lo inesperado se presenta. Al decir, ‘sembrador de estrellas’, la combinación especial, el uso estético que hace el poeta de esas palabras del lenguaje cotidiano, nos atrae por su valor estético, la palabra se transforma del uso ordinario, al poético. En pintura diríamos, que la figura ordinaria se transfigura.
La poesía y la pintura instauran nuevas significaciones mediante las unidades significativas dadas (palabras y figuras), sirviéndose de ellas , pero sobrepasando el significado primigenio con el que se encuentran en la realidad. Es cierto que tampoco se destruye del todo este significado “objetivo” pero sí se transforma al hacer de él un “uso creador”.
Cuando operamos el lenguaje, no sólo partimos de un conjunto de signos, sino que lo organizamos y articulamos de maneras específicas para poderlo manipular. El lenguaje poético parte de este lenguaje ordinario. Pues de él toma las unidades de significado mínimas que son las palabras y los modos de combinarlas.
En el ámbito pictórico, más específicamente en el campo de lo figurativo, no se parte, como en la poesía, de un lenguaje que ya existe, pero sí se parte de las figuras reales, de lo que conocemos todos. Esto no implica que pintar figurativamente no sea una transformación de lo percibido ordinariamente. Hasta el pintor más realista hace de lo real una creación distinta, le imprime su propia forma de ver y percibir la realidad. Esto nos lo puede hacer ver más claramente Magritte en su cuadro La traición de las imagenes, como uno de tantos aspectos que evocan este cuadro. Magritte representa la figura de una pipa y debajo de ella, el texto “esto no es una pipa” palabras que retan al entendimiento del espectador, que en el acto, relaciona imagen y palabras. Magritte nos muestra así, la diferencia entre lo real y lo creado. Efectivamente “eso” ese cuadro representando una pipa, no es una pipa, se trata de un objeto representado, una pipa representada. Pero este modo de representar de Magritte nos muestra lo que éste pintor está percibiendo del mundo, el modo como piensa sobre lo real y nos lo representa, nos manda cierto mensaje en la forma en que articula su lenguaje pictórico .
Parecería que Magritte, en el tipo de representaciones como La traición de las imágenes , La clave de los sueños o El uso del idioma, explicita claramente la cuestión que el Dr. Sánchez Vázquez trata como uno de los temas centrales en su ensayo sobre “El arte como lenguaje”: la cuestión acerca de que la pintura figurativa parte de las figuras reales retomándolas pero a la vez convirtiéndolas, dotándolas de un nuevo significado. Magritte enfatiza, precisamente como tema de sus cuadros esta relación hombre-mundo-lenguaje, hombre-mundo-creación.
[1] Poesía y Prosa, “Galerías”, LXXXVIII, p. 138.